Hace algunos días Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado de la Nación Argentina declaró que: “Es cierto que la menor protección puede reducir algún empleo en la isla” y agregó tras las recientes medidas del gobierno de Milei de reducir hasta llegar a eliminar los aranceles impuestos a la importación de celulares y algunos electrónicos que “Tierra del Fuego tendría que ser el destino turístico con más potencial del mundo, pero le metieron galpones”.
Lo que Sturzenegger ignora, entre tantas otras cosas, es lo que hay dentro de esos galpones. La industria nacional, el esfuerzo y compromiso de cada una de esas manos de hombres y mujeres que día a día trabajan dentro de esos galpones.
En abril acompañando a Veteranos de la Guerra de Malvinas estuve ahí, recorriendo, conociendo el gran trabajo de los y las fueguinas.


No hay que olvidarse de dos aspectos fundamentales en relación a la importancia que tiene Tierra del Fuego para Argentina, el conflicto de Malvinas y el límite con Chile, ambas cuestiones tienen implicancias estratégicas para nuestro país en términos de soberanía, recursos naturales y proyección antártica. Avanzar en modificaciones sobre estos temas tendría un impacto directo en la seguridad, política exterior y en nuestra economía, por eso Tierra del Fuego no es solo un destino turístico sino un eje geopolítico clave para la Argentina.
Lo que pasa con estos ministros que tan livianamente hablan de desempleo, de las bondades de la apertura de mercado, de las bajas en los aranceles de importación, es que se olvidan que las argentinas y argentinos somos más que consumidores, somos también los que producen, invierten, investigan y desarrollan.
Un país sin industria nacional es un país para pocos, ese es su anhelo.
Del otro lado estamos quienes creemos que la industria, las universidades, la ciencia y la tecnología son las bases del desarrollo de un país que mire al futuro con todas las argentinas y argentinos dentro.
Pablo Yedlin – Diputado Nacional UXP